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____Filosofía de la mente, Neurociencias y Epistemología/Philosophy of mind, Neurosciences and Epistemology____

Wednesday, May 17, 2006

EL CEREBRO RESPONSABLE

ESCRITO POR: RUBEN CARVAJAL
VENEZUELA
2005
Vinculo recomendado por Carlos Muñoz: Ruben Carvajal Home-Page
El neurocientífico Michael Gazzaniga dice que "los cerebros están determinados, pero la gente es libre". Sin embargo, ¿Son la libertad y la responsabilidad independientes de un cerebro que trabaje bien? A pesar de toda la evidencia neurocientífica en contrario, Gazzaniga piensa que sí, y concluye que la defensa por enfermedad mental está equivocada. En un artículo y en un libro reciente (1) Gazzaniga se une al debate sobre la responsabilidad moral generado por nuestra creciente comprensión del cerebro. El problema se reduce a lo siguiente: para que la gente sea responsable por sus actos debe poseer libre albedrío, pero según la neurociencia nuestros cerebros son mecanismos deterministas, entonces ¿cómo se puede ser responsable estando determinados? La solución que propone Gazzaniga es que "los cerebros están determinados, pero la gente es libre" Para los incautos esto podría sugerir que la gente es libre porque no están determinados. Pero una lectura cuidadosa de Gazzaniga revela que esto no es lo que él quiere decir. En un capítulo de su libro llamado "Mi cerebro me hizo hacerlo" él hace suya la noción de libre albedrío de A. J. Ayers quien sostiene que el libre albedrío y la responsabilidad son compatibles con el determinismo. En 1954 A. J. Ayer planteó la teoría del "determinismo blando". Él argüía como muchos otros filósofos, incluyendo a David Hume, que aun cuando el determinismo existiera una persona podría todavía actuar libremente. Ayer sugiere que las acciones libres provienen de los deseos, intenciones y decisiones ajenos a coerciones o compulsiones externas. Él hace la distinción entre actos libres y actos constreñidos (no entre acciones sin causa y acciones causales). Los actos libres son aquellos que se originan en uno mismo por propia voluntad (a menos que se padezca de alguna anomalía) mientras que los actos constreñidos son aquellos causados por fuerzas externas (por ejemplo, alguien o algo que le obliga física o mentalmente a realizar una determinada acción, ya sea por hipnosis o por trastornos como la cleptomanía) Cuando alguien realiza una acción libre "A", esa persona pudo haber hecho "B". Cuando alguien es obligado a hacer "A" solo puede hacer "A". Ayer concluye que cualquier acto es libre mientras no esté constreñido. Las acciones libres no dependen tanto de que exista una causa sino más bien del origen de dicha causa. Aunque Ayer no discutió explícitamente el papel del cerebro, uno lo podría poner us palabras en términos del cerebro de la siguiente forma: el cerebro está determinado, pero las personas son libres (pp. 98-99, "The Ethical Brain"). De manera pues que en la perspectiva de Gazzaniga acerca de la libertad y la responsabilidad, los actos y los deseos voluntarios de la gente están tan determinados como sus cerebros. Y es esto precisamente lo que la neurociencia tiende a mostrar. Los mecanismos neurales del cerebro permiten explicar el fenómeno de un individuo único, consciente, que puede actuar deliberadamente y racionalmente, pero no hay nada acerca de estos procesos que permitan adjudicarle cierto tipo de libertad diferente a una que provenga de la causalidad. Si los cerebros y los cuerpos están determinados también la gente lo está ya que nada contra causal surge mientras emerge la noción de uno mismo. Dado que la libertad y la responsabilidad no tienen que ver con si son o no causales sino con el hecho de si son o no constreñidas (o sea, libres de coerción) y partiendo de que se originan en un cerebro sano, uno podría suponer que la salud mental debería ser considerada como uno de los atributos de la responsabilidad, y de hecho es así porque normalmente no consideramos como responsables a aquellas personas que padecen de algún defecto neurológico que comprometa seriamente su racionalidad y el control de sus impulsos. La gente con tales defectos son incapaces de adaptar sus comportamientos a la ley debido a que no pueden anticipar o sentir temor a lo que es una sanción criminal, de manera que sería injusto castigarlos. En lugar de eso, los tratamos (a veces curándolos) de manera que se vuelvan capaces de comportarse responsablemente. Pero, extrañamente y a pesar de lo que dice el sentido común, Gazzaniga dice que "En términos de neurociencia, ninguna persona es más o menos responsable que otra por sus acciones" (pp. 101-2, "The Ethical Brain"). ¿Por qué un neurocientífico que se especializa en entender la diferencia entre cerebros normales y anormales puede afirmar que el estado del cerebro de una persona es ajeno a la responsabilidad? Tal planteamiento es manifiestamente contrario a todas nuestras intuiciones y experiencias acerca de los enfermos mentales, y la neurociencia se ha encargado de aclararnos que hay una conexión entre los trastornos cerebrales y la irracionalidad e impulsividad que a veces son exculpados por dicha razón. Quizás sea porque Gazzaniga quiere alinearse contra la posición de Daniel Dennett en este aspecto. Dado que, según Gazzaniga, los cerebros, sanos o no, son mecanismos determinísticos que funcionan "automáticamente", quizás él piense que necesitamos la idea de una persona categóricamente libre para sostener la idea de responsabilidad. Pero él ha dicho que la responsabilidad y la libertad son compatibles, tal como nuestros cerebros, con nuestra existencia totalmente determinada. Gazzaniga ha dicho que nuestros actos son libres "a menos que uno sufra de un trastorno", de manera que para él es necesario un cerebro en buen estado para ser responsables. Esto hace que su planteamiento de que toda persona es igualmente responsable, tenga o no defectos neurológicos, luzca como contradictorio, además de ser injusto e inoperante. Tan injusto como su inflexible oposición a la defensa basada en la falta de sanidad mental. Cuando se le entrevistó en el U.S. News and World Report, dijo cosas como: " I never have [believed in the insanity defense]. You know one of the reasons is if you look at schizophrenics for example. Their rate of violent behavior is not above that of the normal population, especially when they're on their medication" que él no creía en la defensa basada en la demencia porque los índices de comportamiento violento en los esquizofrénicos, por ejemplo, no superaban los de la población normal, especialmente cuando estaban bajo medicación. Cuando se le preguntó acerca de los psicópatas con anormalidades cerebrales, dijo: "You can always quote an extreme case and there certainly are some pretty extreme cases out there. But the vast majority of it is really dealing with people who know how to follow rules, can follow rules, and they choose not to follow rules", o sea que reconocía que había casos extremos pero que en la gran mayoría de ellos el infractor conocía la existencia de reglas a seguir y aún así decidía violarlas. Es verdad, como dice Gazzaniga en su libro, que la responsabilidad es un constructo humano que ha sido diseñado para manejar las interacciones humanas. Sin embargo, nuestra concepción de responsabilidad debe conformar lo que conocemos acerca del cerebro, si no se producirán muchas injusticias y contradicciones en ese acercamiento de la ciencia a la ley. Si hay algo que nos enseña la neurociencia es que un cerebro en buen funcionamento favorece las capacidades de alto nivel que nuestra responsabilidad genera, como nuestra capacidad de anticipación, deliberación y autodominio. Cuando el cerebro es defectuoso, entonces podemos decir basados en la neurolociencia que alguna gente puede comportarse menos responsable que otras: no pueden anticipar correctamente, no se conforman con, ni se dejan influir por las sanciones legales. La neurociencia quizás no encontrará la responsabilidad en la cabeza, sino que, a pesar de la desaprobación asombrosa de Gazzaniga, puede ayudar lo más definitivamente posible a decidir si una persona tiene la capacidad para ser responsable. En el proceso de una comprensión materialista de nosotros mismos, la ciencia y la ley pueden cooperar; no necesitan buscar otros dominios incompatibles de la responsabilidad.
TWC July 2005, revised August 2005
Notes
1. His paper is "Free will in the 21st century," published in Neuroscience and the Law, Brent Garland and Mark S. Frankel, eds., Dana Press, New York, 2004. His book is The Ethical Brain, Dana Press, 2005, insightfully reviewed by neurophilosopher Patricia Churchland here. Chapter 6 of the book, "My Brain Made Me Do It," is adapted from the papER.

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