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____Filosofía de la mente, Neurociencias y Epistemología/Philosophy of mind, Neurosciences and Epistemology____

Monday, May 22, 2006

PRUEBAS PSICOLÓGICAS, CULTURA Y REALIDAD

Carolina Alarcón
Carlos M. Muñoz S.
Universidad del Valle
2006

La historia, la política, la ética, la época y la ciencia son factores históricos inherentes a las pruebas psicológicas. Cómo bien lo ha sabido especificar Boring, en cada época y contexto definido existe al menos una manera general y estandarizada de ver el mundo, la cual constituye aquello que podamos definir como cosmovisión. La estructura de los sistemas simbólicos, por ej.: la relación de los símbolos con sus posibles maneras de interpretación y los signos mismos participan activamente en la consideración y descripción de lo que se considere como realidad. De acuerdo con este punto de vista, la realidad no es algo universal cuya comprensión dependa de una interpretación única. Existen distintas formas de analizar la realidad y de articular el mobiliario del mundo.
La cultura brinda por ejemplo pautas ontológicas que intervienen directamente en nuestra caracterización tanto cuantitativa como cualitativa de los objetos. Las medidas son una parte activa de estas pautas, en consecuencia la realidad está plagada de medidas, o en términos generales, de pautas cuantitativas para la visión del mundo, constitución e interpretación de sus rasgos.
Cómo bien lo ejemplifica Kula, la realidad en que vivimos depende de una perpetuación, a través de la tradición, de diversas pautas. Las pautas por supuesto, a parte de articular e intervenir activamente en nuestra manera de percibir algo como un objeto o como un conjunto (por ej.), están necesariamente ligadas a propósitos. La intencionalidad es inherente a las medidas, y esto se debe no solo a que los artífices de las medidas sean los hombres, sino por que desde el mismo momento en que la mente humana distingue numéricamente un objeto de otro esta gatillando psicológicamente, a nivel personal, las pautas que su cultura le ha trasmitido. La intencionalidad propia de las medidas no depende explícitamente de nuestra voluntad personal sino del set de propósitos y finalidades de nuestra tradición y cultura. No podemos modificar las medidas a gusto a menos que dominemos en cierta medida ciertos criterios de cambio aceptados en nuestro contexto.
En resumen: carecemos de la posibilidad de vernos a nosotros mismos, a los otros y al mundo totalmente despojados de rasgos cuantitativos y cualitativos; en consecuencia, nuestra interpretación de la realidad física, psicológica, social, etc. se encuentra íntimamente ligada al operar de nuestra mente y su articulación con la tradición y la cultura.
Si la construcción de las medidas es parte activa de la configuración de nuestra cosmovisión, entonces, también nuestra interpretación y visión de la realidad psicológica (al hacer parte de nuestra visión del mundo) guarda una intima relación con nuestra acepción e interpretación de las medidas. En este sentido se afirma que nuestra mirada de la mente humana (y de nuestra propia mente) no depende de algún tipo de acercamiento objetivo o científico que nos coloque frente a frente a la mente en sí reduciéndola a otro tipo de procesos (por ej. neuronales), por el contrario, aún antes que el mismo método de análisis científico, la cultura y la tradición hacen de las suyas en la constitución de los presupuestos para la interpretación de nuestra propia mente. En consecuencia, nuestros métodos de análisis están plagados de los mismos intereses y propósitos que aplican para nuestras pautas culturales cuantitativas y cualitativas, ¿Qué quiere decir esto? Que a la hora de pensarnos a nosotros mismos como grupo a analizar debemos hacerlos en virtud con el contexto en el cual nos encontramos y en virtud de los presupuestos propios de la historia de dicho contexto.
En el mismo sentido en que no existe pregunta sin intención, no existe método de análisis sin intención, pero como ya hemos dicho, las “intenciones” inherentes a nuestra cultura, por un lado, y nuestra voluntad personal, por otro, ejercen una doble fuerza, i.e. 1) nuestra visión del mundo dependiente de la cultura y su historia y todo lo que esto implica y 2) nuestra actual condición personal y el set de intereses, propósitos y metas propios de esta.
En resumen, no podemos ver nuestra realidad psicológica negando nuestro propio punto de vista y nuestra cultura, pues nuestra cultura y nuestra visión del mundo posibilitan nuestra actual interpretación del operar de nuestra propia mente.
Las pruebas psicológicas son una “necesidad creada” (a través de la transmisión cultural de ciertas creencias que constituyen pautas para ver lo-real (tanto psicológico como físico, etc.)) y propia de la cultura occidental que debido al constructo de su realidad ve, siente y cree en la necesidad de controlar, experimentar, cuantificar, estandarizar el proceder humano en términos de la medición.
En este sentido la construcción de pruebas psicológicas intenta, por ej., brindar una caracterización cuantitativa y cualitativa de la mente humana, pero, claro está, en intima relación con las necesidades sociales, culturales, políticas, etc. El análisis de las funciones mentales sometidas a prueba y la misma identificación de estas como algo físico o psicológico se da de acuerdo a la forma como están estructuradas las organizaciones humanas (sociedades, culturas, etnias, etc.)
Con respecto al uso de las pruebas psicológicas, como afirma Anne Anastasi, en un principio se tendía a la estandarización con la intención de resolver el problema de las diferencias individuales. Esta pretensión de recuperación de la estandarización dependió de una visión centrada en la conducta manifiesta de los individuos, esta perspectiva del análisis de la realidad mental dependía de un paradigma experimental, en el cual se realizaban controles observacionales rigurosos, constituyendo en el fondo un paradigma positivista. Dado el contexto histórico de este paradigma se privilegió la búsqueda de la estabilización de lo que era considerado “normal” a través de las pruebas psicológicas. Por lo tanto las pruebas psicológicas se utilizaban con el fin de formular descripciones en pro de generalizar la conducta humana en virtud de ‘la normalidad’.
Las pruebas psicológicas, en términos generales, se han creado para representar mecanismos autónomos de análisis de un estado de la realidad mental. ¿Qué quiere decir esto? Que la construcción de instrumentos esta íntimamente ligada con la búsqueda de medios de obtención de datos y resultados “objetivos”, o al menos desligados al máximo de presuposiciones o prejuicios interpretativos eminentemente personales.
En el caso del análisis cuantitativo de la realidad mental por medio de una prueba psicológica se puede plantear el hecho de que no es posible conseguir un abordaje total o directo de la misma: si nos encontramos analizando la mente de otros en términos cuantitativos (midiendo sus desempeños básicos, por ej.) obtendremos en el mejor de los casos una aproximación más que una visión directa. Las pruebas y test psicológicos pueden pretender el máximo control de variables, no con el fin de llegar a obtener una medición directa, sino con la finalidad de obtener mediciones metodológicamente válidas. La búsqueda de la objetividad total en las pruebas psicológicas difiere de la búsqueda de la validez metodológica. Algunas de los rasgos propios de esta validez pueden girar en torno a la búsqueda, en el momento de la medición, del control de variables y confiabilidad.
Pretender construir una prueba mental, representa la búsqueda de un medio o recurso de análisis y medición confiable más que de un medio totalmente objetivo. Las pruebas psicológicas permiten, junto con otros métodos e instrumentos de obtención de datos, hacer inferencias confiables y válidas.
Sin embargo, lo que entendamos por credibilidad y validez, y la importancia que demos a estos aspectos a la hora de construir, caracterizar y evaluar una prueba psicológica depende por supuesto de una estructura simbólica cultural determinada y de un tiempo histórico específico, tener en cuenta esto implica tener en cuenta que los rasgos de los sistemas de medición de la realidad mental (pruebas psicológicas) están ligados a los cambios de paradigma.
Todo esto implica que el empleo de las pruebas psicológicas implica, a su vez, la contextualización de reglas y pautas, por ejemplo: tener presente condiciones de aplicación de la prueba, característica directamente ligada con el grado de confiabilidad, etc.
En la identificación del para qué de las pruebas psicológicas deben tenerse presentes aspectos históricos, culturales, etc. y en general rasgos y factores epistemológicos ligados a, por ej.: i) la aplicación contextualizada de la prueba, ii) la finalidad de la prueba, iii) las repercusiones culturales de la prueba, iv) la pertinencia, etc. ◙

1 Comments:

Blogger tuerten said...

carlos, tenía pendiente esta visita más detenida a tu blog. me he leído este excelente escrito para comenzar. Lo único que te puedo comentar, es que desde hace un tiempo he tenido la inquietud de escribir algo sobre Los Viajes de Gulliver, de Jonathan Swift, y ciertas intuiciones sobre convención y normatividad en Wittgenstein. Creo que el punto central es el mimso que has descrito tú: la intencionalidad es inherente a la medida, y la medida es inherente a las prácticas comunitarias. Cuando tenga algo más claro te lo enviaré, sin compromisos.

Por el momento, recibe mi saludo cordial.

¡Nos leemos!

9:45 AM  

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