THOMAS NAGEL: REALISMO SIN ROSTRO HUMANO
ESCRITO POR: CARLOS M. MUÑOZ S[1]
UNIVERSIDAD DEL VALLE
HOME-PAGE: http://www.neurophilosophy.tk/
E-MAIL: neurofilosofia1@yahoo.com..mx
2006
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(Nota: Este corto ensayo se presentó el día 16 de Mayo a las 10: 00 a.m.; en el auditorio Germán Colmenares, de la Facultad de Humanidades en la Universidad del Valle (Cali-Colombia)
El presente escrito es introductorio y su propósito es muy modesto. Expondré una serie de relaciones conceptuales y argumentativas identificadas en tesis presentadas por el filósofo Thomas Nagel, de esta manera, estructuraré una interpretación acerca de su posición epistemológica-ontológica y la relación interna de esta con su perspectiva psicológica. En resumen, deseo introducir una lectura crítica de Nagel.
En Thomas Nagel encontramos un realismo antihumanista, una postura realista de origen negativo, es decir, una postura en la cual no se comienza afirmando de entrada la existencia del mundo, por el contrario, se comienza por la necesidad de reconocer la incompletitud[2] que el concepto de ‘existencia del mundo’ y de ‘mundo exterior’ debe implicar (Cf.: Nagel; 1996; P.: 157).
El realismo se torna ‘antihumanista’ en la medida en que Nagel desea luchar contra el humanismo atribuido a las posturas antirrealistas[3] con respecto a la existencia del mundo exterior, es decir, la creencia en que los seres humanos podemos llegar a tener una concepción completa acerca de la existencia del mundo que habitamos. Nagel propone, en oposición a lo anterior, la tesis acerca de que existen cosas totalmente inconcebibles para nosotros y de las cuales debemos aceptar su existencia, por ejemplo: los contenidos fenoménicos de un murciélago (Cf.: Id. P.: 156; Nagel; 2000; P.: 283-89).
El realismo de Nagel parece radicar en una extrapolación, un tanto exagerada, de sus tesis con respecto al problema de las otras mentes al dominio del problema de la existencia de la realidad. Nagel afirma que el mundo totalmente independiente del operar de la mente será tan real como lo son otros hechos inconcebibles e incognoscibles y de los cuales tenemos que aceptar su existencia, por ej.: como ya se dijo, los contenidos fenoménicos de otras especies (Cf.: Id.: P.: 152).
De acuerdo con Nagel, la existencia de las cosas como objetivamente son (i.e. como son en sí mismas) no depende ontológicamente de la existencia de un punto de vista (Cf.: Nagel; 1996; P.: 134), por ende no depende ni del dominio semántico, ni del epistémico, ni del senso-perceptual, etc. En cierto sentido coincide con Searle en que la realidad carece de intencionalidad. En resumen, afirma Nagel, “…estamos insertos en un mundo más amplio de lo que somos capaces de concebir…” (Id. P.: 151) por tanto nuestro conocimiento y comprensión del mismo es solo parcial o incompleta. Es, pues, que de acuerdo con Nagel nuestra existencia, desempeño y constitución, tanto como organismos biológicos como sujetos psicológicos y lo que de estas se deriva, es totalmente independiente de la existencia del mundo real (Cf.: Id.: P.: 151).
A este tipo particular de realismo se suma, desde mi perspectiva, un marcado esencialismo (Cf.: Id.: P.: 150-52). Dicho esencialismo consiste en el hecho de que las formas en que asumimos y vemos el mundo pueden coincidir[4] con la manera en que el mundo es, independientemente del operar de cualquier mente, o independiente de cualquier punto de vista. La llegada de Nagel a esta postura realista-esencialista se debe, también, a la extracción de implicaciones ontológicas a partir de una tesis epistemológica acerca del subjetivismo (Cf.: Nagel; 2000; P.: 280-85, 337), dando como resultado una posición escéptica con respecto a hechos inconcebibles e incognoscibles: los contenidos mentales de otras especies, por ej. Este tipo de contenido, dice Nagel, existe en el mundo y su existencia está desligada de nuestra capacidad de comprensión y concepción.
El escepticismo, acompañado de su realismo y su esencialismo, conlleva a algo que denomino escepticismo conclusivo, es decir, la postura que parte de un escepticismo para terminar formulando una tesis ontológica agnóstica[5].
Es, pues, que el escepticismo es la puerta de entrada al realismo antihumanista, dicho de otro modo, es el puente entre el dominio de las tesis acerca del problema de las otras mentes y la existencia de contenidos fenoménicos y el dominio de las tesis acerca de la existencia de la realidad externa.
A pesar de que su escepticismo conlleva al realismo, Nagel afirma que “…El realismo hace que el escepticismo sea inteligible…” (Nagel;: 1996; P.: 131), esto se debe a que el escepticismo, en principio, es una actitud de incertidumbre epistémica con respecto a una realidad existente independientemente de dicha incertidumbre. En este sentido, el realismo es el punto de partida y de llegada, solo que en Nagel el tipo de realismo inicial es un realismo con respecto a los contenidos fenoménicos[6] (o subjetivos) y el realismo final es con respecto a la realidad como totalidad existencial.
No es claro en Nagel el paso entre el escepticismo y el realismo antihumanista (realismo final) vía agnosticismo, es decir, no es claro el paso entre la mera posibilidad y la necesidad existencial. Este paso se da como resultado del escepticismo proveniente del subjetivismo; Sin embargo, no queda claro el origen de la carga ontológica de la existencia que se atribuye a aquello que es inconcebible o incognoscible. En el caso de los contenidos fenoménicos de otras especies, al menos, tenemos indicios o representaciones conductuales, o de segundo orden[7], que nos sirven de fundamento justificativo para referirnos y asegurar (al menos hipotéticamente) la existencia de cosas que no nos son accesibles, pero en el caso del mundo independiente de toda mentalidad no queda claro en qué radique (o a partir de que indicios a parte del escepticismo formalista podamos “reconocer”) la existencia de la realidad como algo totalmente independiente del operar de la mente humana.
De acuerdo con lo último, la postura de Nagel puede analogarse con el realismo externo, propuesto hace ya un buen tiempo por Jhon Searle. La característica principal que permitiría dicha analogía es la independencia de dicho realismo con respecto al dominio epistemológico, es decir, la afirmación de la inoperancia epistemológica del realismo en cuanto se interpreta éste solo como una plataforma psicológica necesaria desde la cual se afirma que el mundo es de alguna forma independiente de nuestras representaciones (Cf.: Searle; 1997; P.: 164-65), esta tesis no se deriva de implicaciones epistémicas o concientes.
En el caso de Nagel, si bien se da una valoración de las implicaciones del dominio epistémico[8] con respecto al realismo subjetivista, parece no ocurrir lo mismo cuando se genera el paso entre este último y el realismo con respecto a la realidad (Realismo objetivista), es decir, Nagel no parece tener en cuenta más que el hecho de que si aceptamos la realidad de contenidos mentales que de primera mano nos son incognoscibles, entonces, debemos, para guardar la coherencia, aceptar la existencia de la realidad como algo existencialmente independiente de nosotros, nuestra mente, nuestra intencionalidad, etc.
Por ejemplo, para el caso del realismo subjetivista con respecto a otras especies biológicas estamos en disposición de presuponer el origen de los contenidos fenoménicos, inaccesibles a nosotros, por medio de una teoría neuropsicológica de la representación, por supuesto, i.e. fundamentada en estudios estructurales y funcionales del organismo en cuestión. Por el contrario, para el caso de los “contenidos” de la realidad, inaccesibles a nosotros, carecemos de un objeto de estudio que nos brinde un indicio claro acerca del origen de dichos fenómenos, no tenemos pues, en el caso de ser realistas acérrimos, más opción que aceptar que la existencia de la realidad es algo dado, prefabricado, prístino, etc.
En síntesis, no es claro como pasar de un escepticismo con respecto al dominio subjetivo a un escepticismo con respecto al dominio de la realidad que se postula como existencialmente independiente del operar de la mente humana. Una analogía directa entre los dos no parece ser el camino más aconsejable si tenemos presente que los contenidos fenoménicos de las otras especies, inaccesibles a nosotros, y la manera en que el mundo es son “hechos” de distinto tipo y origen.
Esta es la lectura crítica que propongo de la postura realista de Thomas Nagel. Muchas son las grietas que quedan al descubierto, descubrir, al menos implícitamente, dichas grietas, lleva a buen término este trabajo, desarticulando en gran medida el sistema conceptual de Thomas Nagel fundamentado en la relación psicología-epistemología-ontología.■
[1] Integrante del Grupo de investigación: Mentis. Universidad del Valle.
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[2] Se habla de incompletitud en sentido ontológico, en el sentido en que se considera que tales conceptos no agotan todo lo que puede ser o es la realidad. La incompletitud reconocida en dichos conceptos se fundamenta en la hipótesis acerca de que por fuera de cualquier contenido de un punto de vista particular existe algo real.
[3] Se habla de Antirealismo con referencia a la perspectiva que rechaza la existencia de un mundo independiente del operar de la mente humana. Esta aclaración es pertinente en la medida en que existen, por ej., tipos de posturas que pueden ser identificadas como antirrealistas con respecto a tópicos no referentes en específico a la existencia del mundo, sino por ejemplo de estados mentales introspectivos, como por ej., el conductismo clásico Skinneriano o el materialismo eliminativo, que en cierto sentido, reconoce, en su versión mitigada, que la existencia de la realidad de los estados mentales introspectivos no es necesaria para comprender la mente, dado que la mente puede ser comprendida única y exclusivamente en términos neurocientíficos. De ahora en adelante me referiré al antirealismo con respecto al mundo exterior simplemente como ‘antirrealismo’. Este antirrealismo se define comúnmente, como ya se dijo, como la postura epistemológica, y principalmente ontológica, acerca de que no existe un mundo independiente totalmente del operar de la mente humana. Por lo general, el antirealismo va acompañado de revisiones acerca del Mito Platónico (o la distinción entre sensibilidad y razón o, en otros términos, entre receptividad y espontaneidad como en Richard Rorty (Cf.: 1972 y 1996)), del Mito de lo-Dado (como en John McDowell, a partir de Wilfrid Sellars (Cf.: 1996, 1998 y 2006)), de la función simbólica (como en Nelson Goodman (Cf.: 1978 y 1984), de la verdad de los enunciados referentes al mundo exterior (como en el enfoque semántico de Michael Dummett (Cf.: ), etc. Estas críticas y revisiones determinan el tipo de antirrealismo resultante.
[4] Prefiero mitigar este esencialismo denominándolo ‘esencialismo falibilista’, debido a que Nagel no afirma que siempre nuestros enunciados, representaciones, etc. correspondan con la manera en que el mundo es.
[5] Esta definición de escepticismo conclusivo fue desarrollada en mi crítica al Constructivismo Radical de Ernst von Glasersfeld, en mi artículo inédito titulado: (2005) “The problem with the Range of Glasersfeld’s Radickaler Konstructivismus. (A theoretical exchange with Ernst von Glasersfeld).”; Para Cf. solicítese una copia a: neurofilosofia1@yahoo.com.mx; principalmente el apartado I..
[6] O como Nagel le denomina “Realismo con respecto al dominio subjetivo” (Cf.: Id.: P.: 283).
[7] Con ‘indicios de segundo orden’ me refiero a la evidencia que puede ser expresada en tercera persona de un evento conocido solo en primera persona o introspectivamente. Estos eventos en primera persona, en cierto contexto, pueden ser interpretados como un tipo de evidencia personal, por ej.: mis recuerdos son evidencia para mí.
[8] Por ej.: la dependencia de un organismo con respecto a su sistema perceptivo o de su especie con respecto a sus tipos de observación y de sus contenidos fenoménicos.
BIBLIOGRAFÍA
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