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____Filosofía de la mente, Neurociencias y Epistemología/Philosophy of mind, Neurosciences and Epistemology____

Tuesday, April 17, 2007

PUNTOS CRÍTICOS CONTRA UNA DEFENSA DE LAS REPRESENTACIONES

Carlos M. Muñoz S. © [1]

E-mail: neurofilosofia1@yahoo.com.mx
Departamento de filosofía e Instituto de Psicología
Grupo de investigación Mentis en filosofía de la mente y ciencias cognitivas
Universidad del Valle (Cali-Colombia); Edf.: 386; Of.: 2017.

2007

A continuación presentaré algunos tópicos que considero controversiales en la defensa de las representaciones de Juan Carlos Vélez; entendiendo por ‘controversiales’ tópicos nucleares dentro de su argumentación y que requieren de un desarrollo más detallado.
Ya en las conclusiones de su artículo “El problema de la representación en la filosofía cognitiva” (Vélez; 2007[1]), Vélez presenta las ideas principales por las que teje su vía de defensa de las representaciones mentales. Interpreto este artículo como una defensa explícita a la teoría representacional de la mente (TRM); desde esta teoría se afirma que “…Las representaciones son el rasgo básico de nuestra mente…” (Id.: P.: 23; cursivas mías).
Mi plan es el siguiente: (i) discutiré algunas tesis principales de Vélez acerca de las metarepresentaciones, acerca de hacia donde se encaminan las críticas de Varela al representacionalismo y acerca de algunas de las exigencias que actualmente se le presentan a una postura metarepresentacionalista, (ii) discutiré y mencionaré algunos de los inconvenientes y precisiones relacionadas con una postura realista ontológica (labor en la que insinuaré una defensa de algunas tesis de Varela) y finalmente presentaré, a modo de conclusión, mi síntesis de por qué la defensa que realiza Vélez de las representaciones implica tomar postura en flancos que aún no ha cubierto, generando una defensa (aún) insatisfactoria. Esto no implica la defensa, por mi parte, de algún tipo de anti- (meta)representacionalismo, sino la creencia de que la defensa representacionalista de Vélez es incompleta.


I.
I.1. EL OBJETIVO EN LAS CRÍTICAS DE VARELA

Vélez afirma que:

“…En efecto, Varela acepta que realizamos interpretaciones del mundo suponiendo que este es de tal o cual manera, pero el problema es que las interpretaciones de las que habla son representaciones de segundo orden, dentro de una jerarquía de representaciones, donde las interpretaciones son representaciones de representaciones. Las segundas no podrían existir sobre las primeras. Así las representaciones mentales primarias son internas (o externas) al sistema. Sin duda que toda representación necesita ser interpretada, lo cual requiere de un intérprete…” (Vélez; 2007; P.: 21)

Distingo dos tesis representacionalistas implícitas en las afirmaciones de Vélez:

(i) el representacionalismo de primer-orden, y
(ii) el representacionalismo de de orden-superior (o metarepresentacionalismo).

De acuerdo con (i), las experiencias dependen del contenido representacional administrado por el operar de sistemas receptorales y senso-perceptúales. En síntesis: existe cierto contenido representacional relacionado necesaria e inicialmente con el estado del mundo externo. (Cf .: Tye; 2000; Dretske; 1995).
De acuerdo con (ii), las experiencias concientes (como estados involucrados con la interpretación, e.g., lingüística) dependen de la existencia de estados mentales que guardan una relación representacional con otros estados mentales, de modo que:

“…mental states are not conscious in virtue of representing, but in virtue of being represented. In other words, they are conscious because they are themselves the representational contents of higher-order representations. For example, a conscious feeling of a tickle behind one’s ear involves one’s awareness of one’s tickling feeling, and that awareness is a matter of the tickling feeling being targeted by a higher-order representation (Armstrong 1968; Rosenthal 1986, 1990, 2002; Lycan 1996; Carruthers 2000;Van Gulick 2001, 2006)…” (Kriegel; 2006; P.: 59)

Desde mi punto de vista las críticas anti-representacionalistas de Varela se dirigen contra la primera de estas perspectivas, es decir, contra el representacionalismo de primer-orden.
Dentro de las variantes de este tipo de representacionalismo se encuentran las posturas externalistas –de acuerdo con las cuales las propiedades fenoménicas (qualia) se encuentran fuera de la cabeza (Cf.: Tye & Byrne; 2006)- y las internalistas –de acuerdo con las cuales todas aquellas cualidades involucradas en la percatación perceptual corresponden a estados internos, por ejemplo, neuro-computacionales[2] (Cf.: Fodor; 1987; en otra línea internalista véase: Shoemaker; 1991)-.
Específicamente, la argumentación de Varela fue diseñada en contra del representacionalismo internalista y se concentra en el análisis de la relación entre la mente y el mundo; esto puede evidenciarse en tesis en las que se afirma explícitamente que: “…Es el permanente proceso de vivir el que ha dado forma a nuestro mundo en el ir y venir entre lo que describimos como restricciones externas, desde nuestro punto de vista perceptual, y la actividad generada internamente…” (Varela; 2000a; P.: 207). Esta tesis se soporta en la preocupación por “…determinar los principios comunes a las vinculaciones entre el sistema sensorial y el motor que explican cómo la acción puede ser perceptualmente guiada en un mundo dependiente del que percibe…” (Varela; 2000b; P.: 227). Las críticas de Varela en contra del representacionalismo se centran en plantear y consolidar un nuevo enfoque acerca de la percepción y no de la interpretación de las experiencias perceptúales.
En este sentido, Vélez defiende la presencia de las representaciones como instancias de segundo orden implicadas en la explicación de las interpretaciones a nivel cognitivo; no veo como afirmaciones del tipo: “… Interpretar es pensar, y pensar es una actividad representacional, una actividad en la que se mantiene una relación con otra cosa…” (Vélez; 2007; P.: 21; énfasis mío) se contradicen con afirmaciones como: “…nuestras descripciones son capaces de autodescripciones…el propio sistema nervioso es autorreflexivo… “(Varela; 2000c; P.: 380) o con respecto al yo, como:

“…este “ser personal” (personal self) –…que define bien lo que es el nivel mental o psicológico- es que a través del lenguaje hay una relativa autonomización del sí mismo cognitivo básico (basic cognitive self), tal como la percepción-acción entrega un completo y nuevo campo de significación autónoma, relativas a las interacciones microfísicas ambientales. Esta narrativa, en sí misma, se convierte en un mundo para un sujeto en su sentido más tradicional y literal, la completa autonomización del registro imaginario…” (Varela; 2000d; P.: 107)

En ciencia cognitiva la disputa y defensa por el enfoque enactivo desde la perspectiva de Varela se centra en discusiones acerca de la percepción y la acción “… más que con las denominadas capacidades superiores…” (Varela & Dupuy; 2000e; P.: 249), como el mismo lo afirma.
En adición a lo anterior, en el trabajo de Vélez no encuentro ninguna alusión a nociones como estructura experiencial, estructuras cognitivas, esquemas recurrentes, etc. relacionadas con la explicación de “la comprensión conceptual y el pensamiento racional” presentada por Varela (Cf.: Varela; 2000b; P.: 233-235).
Ahora bien, si el problema radica, por otro lado, en argumentar en pro de una acepción de las metarepresentaciones en un sentido fuerte, es decir, como símbolos físicos instanciados en sistemas representacionales, la labor ha de radicar en presentar argumentos a favor de la instanciación e individuación de representaciones y sistemas representacionales desde un punto de vista biológico o neuro-computacional; labor que no realiza Vélez. Lo que deseo afirmar es que la alusión a las interpretaciones como una actividad en la que se generan relaciones representacionales concientes internas no es un argumento necesario para criticar el «anti-representacionalismo de primer orden de Varela», ni suficiente para argumentar a favor de la existencia de representaciones cerebral o corporalmente instanciadas e individuadas.

I.2. PROBLEMAS PARA EL REPRESENTACIONALISMO DE ORDEN-SUPERIOR

Como ya se menciono el representacionalismo de orden superior se soporta en la defensa de la existencia de representaciones de representaciones o de metarepresentaciones, en otras palabras, de la existencia de estados mentales que representan estados mentales implicados en la cognición. Vélez parece aceptar este punto de vista general afirmando que “…En efecto, son las representaciones secundarias las que permiten que se diluya el acople entre sistema cognitivo y sistema ecológico…Lo significativo, al menos en el caso humano es el desdoblamiento de la realidad producido por las representaciones sobre las representaciones…” (Vélez; 2007; P.: 21).
La aceptación de metarepresentaciones implica, en cierto sentido, la aceptación de la tesis de que existen estados concientes que dependen de una relación con otros estados mentales para tener un contenido; de modo que una metarepresentación es una representación cuyo contenido representacional es otra representación (por ejemplo: de primer orden). Esto es una postura acerca de la cognición de orden superior y, más específicamente, acerca de la percatación conciente de orden superior. La defensa de que ciertos estados mentales dependen de relaciones representacionales con otros estados mentales (i.e. la defensa de metarepresentaciones) se ha sometido a diversas críticas.
Mi postura es que Vélez no introduce argumentos suficientes para soportar esta tesis, tesis sobre la que soporta (de la mano de Martínez-Freire) una de sus principales críticas contra Varela. No se puede simplemente dar por sentado que el ser humano tiene la “habilidad” (Cf.: Vélez; 2007; P.: 22) para construir metarepresentaciones: -reiterando- la defensa de las metarepresentaciones radica en la defensa de un tipo de estados concientes cuyo contenido viene definido por una relación representacional con otros estados mentales; ¡esto debe ser explicado y argumentado!
Deseo señalar cuatro problemas.
Uno de los problemas que se le presentan al representacionalista de orden superior radica en la explicitación de los mecanismos y dinámicas neurobiológicas que pueden llegar a soportar la individuación de aquellos estados que guardan una relación representacional y de la relación representacional misma. Esta exigencia puede ser denominada: la exigencia por el soporte neurobiológico.
Otro de los problemas radica en definir los criterios de direccionalidad que operan para las metarepresentaciones verídicas y para las que no lo son, estos criterios deben radicar en la especificación de condiciones (por ejemplo) psicológicas para excluir casos en los que un sujeto sea conciente de un sonido (representación de primer orden) sin que tal sonido realmente haya existido. Es decir, por ejemplo, se debe adoptar una postura acerca del contenido de las metarepresentaciones en casos de alucinación (¿Qué representan en tales casos si no son representaciones legítimas de primer orden?)
Un tercer problema radica en la explicación de la formación en el desarrollo cognitivo de metarepresentaciones cuyo contenido representacional no es una representación de primer orden sino otra representación de orden superior, es decir la habilidad para tener creencias acerca de creencias (por ejemplo[3]). En este caso se han construido situaciones experimentales específicas (acerca de la falsa creencias y los contextos opacos) para el análisis de la emergencia de dicha capacidad y se han planteado distinciones entre metarepresentación externa y metarepresentación interna para explicar la relación de metarepresentaciones con el uso de la escritura y el lenguaje (un aspecto, al parecer, prioritario para Vélez) (vid.: Kamawar & Homer; 2000).
El último problema que deseo señalar (y que se relaciona más con las teorías psicosemánticas) radica en la defensa o especificación de los mecanismos internos de detección de creencias sin la incursión de la hipótesis de un “ojo interno” o del teatro cartesiano (véase: Byrne; 2005). Esta última exigencia está directamente relacionada con las posturas metarepresentacionalistas comprometidas con el lenguaje, como al parecer es la perspectiva de Vélez (Cf.: Id.: P.: 21).
El paneo general que extraigo en este tópico del artículo de Vélez es que no ofrece argumentos en torno a alguno de los problemas señalados; y téngase presente que cualquiera de estos desafíos representa posibles puntos críticos o a precisar y explicar contra el metarepresentacionalismo (sobre el cual Vélez soporta uno de sus principales pilares de critica contra Varela).

II.
VARELA, EL REALISMO Y EL ENACTIVISMO

En el contexto de las ciencias cognitivas la pregunta principal de Varela, como ya se mencionó, es: ¿Cómo puede ser perceptualmente guiada la acción en mundo dependiente del que percibe? Vélez es muy preciso al afirmar que desde un enfoque enactivo de la cognición:

“… lo que interesa es la mente en relación con la acción, es la puesta en obra de un mundo y una mente a partir de de la variedad de acciones que un ser realiza en el mundo. Para la enacción la cognición no es la representación de un mundo pre-dado por una mente pre-dada. El mundo consiste, para el enfoque enactivo, en un conjunto de distinciones que son inseparables de la estructura cognitiva…” (Vélez; 2007; P.: 10).

Una de las críticas de Vélez (ya presentadas en I.1.) contra el anti-representacionalismo de Varela radica en la defensa de metarepresentaciones; afirmando que el enfoque de Varela simplifica la cognición y “…deja de lado, por ejemplo, la metarepresentación, una habilidad que tenemos los humanos para representaros los estados mentales de otros organismos…” (Vélez; Id.: P.: 22). No me encuentro de acuerdo con Vélez en su punto crítico contra Varela, considero que sus aseveraciones son el producto de, por un lado, pensar el anti-representacionalimo como una postura general, no teniendo presente la distinción entre anti-representacionalismo de primer orden y anti-representacionalismo de orden superior o anti-metarepresentacionalismo y, por otro lado, de no caracterizar adecuadamente la postura de Varela en contra de las representaciones (i.e. como un anti-representacionalista de primer orden).
El argumento de Vélez a favor de las representaciones muestra la forma de un argumento trascendental[4], pero (a mi modo de ver) es ad hoc[5]. Tal como lo interpreto, el argumento es como sigue (Cf.: Vélez; Id.):

(P1) Si se postula que existen representaciones primarias, (“¿Qué representan?”)
(P2) Han de representar algo, “allá afuera”, la Realidad.
Por consiguiente,
(C) Ha de existir la realidad.

Otra forma de presentar el argumento es de la siguiente forma:

1) Si los procesos sensoriales son la interfase con una realidad completamente independiente del agente en que se presentan tales procesos; y
2) la representación está separada de lo-representado
Entonces,
3) Lo representado ha de pertenecer a una realidad completamente independiente del agente que la representa.

La adhocidad del argumento radica en que se soporta en diversas intuiciones no explicadas que se implican como presuposiciones; algunos de estas son la aceptación de:

a) La existencia de representaciones primarias
b) La independencia radical existencial de la realidad
c) La relación causal existente entre dicha realidad y las representaciones primarias[6]

La aseveración de Vélez en la que afirma que “…existe un mundo ontológicamente independiente a nuestras mentes que contienen diferentes puntos de vista (…) sobre este…” (Id.) permanece injustificada. Vélez pasa fortuitamente de su crítica al anti-representacionalismo de Varela a la defensa de un realismo metafísico clásico –de acuerdo con el cual la realidad es necesaria y existencialmente independiente del operar de la mente-. Desde mi punto de vista, Vélez busca argumentar a partir de la aceptación de representaciones primarias la existencia de un mundo dado y existencialmente independiente; esto es: busca inferir una tesis ontológica a partir de una tesis cognitiva. Aún cuando parezca paradójico, el movimiento de Varela es el mismo: a partir de tesis acerca de la percepción y su relación con la acción inferir tesis ontológicas. La diferencia radica en que a lo largo de su artículo Vélez no ha brindado argumentos suficientes para soportar ni computacional, ni funcional, ni neurobiológica, ni psicológica, ni conceptualmente las representaciones de primer orden o primarias; en cambio, Varela parece haber dedicado gran parte de su trabajo a la descomposición de una interpretación de la percepción y la acción tanto a partir de estudios biológicos experimentales como conceptualmente.
Si lo he comprendido bien, Varela critica el punto de vista de acuerdo con el cual la cognición consiste en recuperar perceptualmente un mundo pre-dado y propone en cambio que “…el mundo que conocemos no es un mundo preestablecido…” (Varela; 2000b; P.: 235). A mi modo de ver, las críticas de Varela contra las posturas representacionalistas clásicas, como la de Fodor, radica (también) en su interpretación de la realidad perceptual. Para muchos representacionalistas de primer orden muchas de las propiedades reconocidas en el mundo por la mente humana se consideran inherentes a este, también, necesaria y existencialmente independientes del operar de la mente humana[7]; Varela se opone a este punto de vista y afirma que el mundo que conocemos depende del operar de nuestra acción, de nuestra percepción y de (por ejemplo) un historial de estabilizaciones entre estas.
El realismo metafísico no es una tesis acerca del mundo que conocemos (vid.: Searle; 1997; P.: 194), sino acerca del mundo considerado como una totalidad existencialmente a-priori plagada de entidades y propiedades (vid.: Putnam; 1999; P.: 21) que quizá sean inconcebibles (vid.: Nagel; 1998; P.: 152). Tal como interpreto a Varela, no encuentro en su perspectiva alguna postura que se ubique totalmente en contra de la tesis de la independencia existencial del «mundo como una totalidad» propia de realismo metafísico[8]; por el contrario, encuentro una crítica a la concepción de que existen ciertas propiedades, estados y eventos conocidos con total independencia del operar del sujeto cognoscente: en los argumentos de Varela encuentro una ontología de los sistemas vivientes y una perspectiva acoplada con el realismo pragmático[9], la fenomenología y el naturalismo cognitivo. En síntesis, Varela no es ni realista, ni idealista ni constructivista, su enfoque se centra más bien enactivista: es decir, alguien que no niega ni la existencia del entorno ni la existencia del organismo y el sujeto y que define sus originarias relaciones existenciales como relaciones de constante “codefinición” y “acoplamiento” (Cf.: Varela; 2000g). No es mi finalidad realizar una caracterización exhaustiva de Varela, pero vale la pena precisar que el punto general contra el cual parece enfocarse su pensamiento apunta a la disociación sujeto-objeto y la determinación externa de lo-considerado-externo, algo que Varela considera mítico (Cf.: Id.: P.: 456).
Con relación a este punto y retomando el tema central, el representacionalismo de primer orden y el tipo de realismo criticados por Varela constituyen una perspectiva según la cual:

“… “El sistema nervioso captura características del entorno y construye representaciones del mundo en el que vive el animal con el fin de utilizarlas como acciones de adaptación del organismo”…Un análisis representacionista comienza aislando ya sea una modalidad de actividad particular de un componente neural (…) o su desempeño en relación con un comportamiento particular (…), convirtiéndolos en una característica. Luego, la característica aislada es explicada en términos de alguna forma de adequatio rei ad cerebrum (adecuación de las cosas en el cerebro)… [por ejemplo] a través del análisis de los componentes neurales en términos de cómo supuestamente contiene la característica ambiental… La actitud fundamental es todavía la misma: existe un mundo exterior que debemos conocer y la tarea del sistema nervioso es hacerlo mediante la aprehensión de sus características…” (Varela; 2000f; P.: 155).

El anti-realismo de Varela (derivado de su anti-representacionalismo de primer orden) se dirige contra: (i) una interpretación del mundo exterior como conglomerado de propiedades dadas que deben ser recuperadas perceptualmente, (ii) la interpretación de la percepción como interfase entre las propiedades del mundo y el estado interno del sistema cognoscitivo y (iii) la falta de alusión a la co-dependencia estructural existente entre el ambiente y el organismo. Desde mi punto de vista, Vélez no ofrece argumentos específicos en defensa de alguno de estos puntos críticos lo cual, a mi parecer, convierte su crítica radical contra Varela en una “crítica” incompleta.
Contrario a esto: propongo tener presente el naturalismo cognitivo. Varela no niega la existencia del medio ambiente del organismo, niega la interpretación del mismo como algo desligado internamente del operar del organismo[10].

III.
CONCLUSIÓN

Considero que la perspectiva crítica construida por Vélez en defensa de una teoría representacional de la mente, y contra Varela, no precisa bien ni su dominio de defensa ni su campo de ataque. No considera los distintos tipos de representacionalismo existentes, al parecer considerando las teorías representacionalistas tipo-Fodor simpliciter como representacionalismo.
Como lo mostré en la primera parte, es necesario precisar las críticas contra el anti-representacionalismo de primer orden y caracterizar con este el tipo de representacionalismo de primer orden que critica Varela, el cual se encuentra anclado al materialismo y al concepto clásico de procesamiento de la información.
De acuerdo con estos dos puntos, faltaría examinar la relación crítica existente entre los representacionalistas de primer orden externalistas como Tye y Dretske y los internalistas como Fodor para, de este modo, esclarecer qué se entiende por representación de primer orden. Requisito mínimo pare defender una teoría representacional de la mente y la cognición.
En adición a lo anterior se hace indispensable adoptar una postura clara en defensa de los problemas que se le presentan al metarepresentacionalista; y, por último, esclarecer la defensa del realismo metafísico o del tipo de realismo que se pretende acoplar con la interpretación elegida de ‘representación de primer orden’. He de mencionar que muchos representacionalistas contemporáneos no aceptan el realismo metafísico y más bien se afirman en un modo fuerte de fisicalismo y de realismo directo[11].
Concluyo de este modo con el plan establecido: mostrar en qué sentido la defensa de Vélez de una concepción representacionalista de la mente es, por un lado, incompleta y, por otro lado, insatisfactoria (debido a que a dicha defensa “implica tomar postura en flancos que aún no se han cubierto”). ◙

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Referencias:

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VÉLEZ; J. (2007) “El problema de la representación en la filosofía cognitiva”; (inédito).



[1] Presentado el día 10 de Abril de 2007 en el Seminario de investigación Epistéme: filosofía y ciencia. Los tópicos críticos que expondré a continuación fueron presentados en dicha oportunidad al autor. Debo mencionar que parte del auditorio presente, con su actitud crítica, ayudó a consolidar algunas de las ideas que presentaré.
[2] Los representacionalistas internalistas, por lo general, son externalistas con respecto al contenido mental, pero internalistas con respecto a los qualia (cualidades o propiedades fenoménicas), afirmando que los qualia están en la cabeza.
[3] Para una alusión a este punto en el artículo de Vélez, véase: Id.: P.: 22
[4] A manera de apunte: los argumentos presentados por Vélez se asemejan mucho a los argumentos presentados por Searle a favor de una background presupposition (Cf.: Searle; 1992; P.: 152); en el sentido en que (según Searle) no es imposible pensar la realidad sin presuponer el realismo, (según Vélez y otros como Nagel) nos es imposibles concebir las representaciones primarias sin implicar la realidad existencialmente independiente.
[5] En un sentido de que mantiene sus premisas injustificadas (especialmente P1).
[6] Este punto, en específico, guarda una relación directa con los actuales debates en torno al contenido conceptual y no-conceptual de las experiencias concientes (cuyos principales protagonistas son John McDowell contra Christopher Peacocke y José Luís Bermúdez); también guarda una relación estrecha con el externalismo de contenido (inicialmente presentado por Hilary Putnam y Tyler Burge) y, en general, con el problemas del contenido mental.
[7] Dretske le denomina a este punto de vista externalismo fenoménico otros como Tye y Byrne le denominan externalismo de qualia.
[8] Aunque, quizás el enfoque fenomenológico y epistemológico de Varela, de seguro, puede llevarnos una postura crítica (no meramente sus aportes neurobiológicos acerca de la percepción y la acción). Sobre sus trabajos acerca de la objetividad en las ciencias y la epistemología debe destacarse sus críticas a la objetividad radical y al reduccionismo (algo que también continua criticando Maturana (2002)).
[9] Ilústrese esto con la noción de micromundo y su relación con el sentido común (Varela; 2000; P.: 223-226).
[10] Al respecto véase su aceptación de algunas tesis “visionarias” de Merleau-Ponty en: Varela; 2000b; P.: 228-229.
[11] A partir por ejemplo del argumento de la transparencia de la experiencia (Cf.: Tye; 2003).

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